martes, 21 de febrero de 2017

UN ESTAR URBANO

A lo mejor la soledad de las macetas,

junto al tiempo de la terraza
y la invisible mueca del hilo
con la ropa que cuelga, ahí,

mira al primer árbol del otoño;

a esa única hoja que ya
flota en el viento y cae
en un movimiento sin sentido,

como otra lágrima de la perfección.

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