EXCRITURA DE CORTÁZAR
Aunque a nadie le importa, ella esté en el fondo del reloj, allá. Inútil correr, siempre se llega tarde; el segundero es fatal.
De todas maneras, hay que aprender a darle cuerda todos los días. Aceptar sus latidos, sus árboles, la brisa y ese aroma de pan; y llevarlo en la muñeca o en un bolsillo, cerca del otro corazón.
Ya se sabe, así se pasa el tiempo, entre las áncoras, los recuerdos, el olvido, y en cada mirada el mismo miedo. Y allá, en el fondo, ella.
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