EXCRITURA DE ZELARAYÁN
Solo hasta que se asoman los huesos,
la vida,
tan dulcemente, y la tierra negra.
Entre las lombrices, entera la noche
ya se perdió;
la circunstancia apagó el fosforito.
Sin asco, se ríe un frasco de miel;
y las uñas
siempre crecen sin consultar a nadie.
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