sábado, 25 de febrero de 2017

EXCRITURA DE MAROSA DI GIORGIO

Al fin me hice una máscara, pura de vida,
con alas de mariposas y de gladiolos.
Y sin dudar la llamé Laura,
por la memoria del bosque de laureles,
allá, donde nacieron mis pasos.
Vivía en su propia habitación,
nos gustaba compartir el silencio y bailar.
También la lejanía de la ventana,
esos murmullos de la brisa, un mar invisible.
Solo la llevaba sobre mi rostro
cuando andaba desnuda, al aire del sol
Pero ella padecía, lloraba las noches.
Una mañana le regalé mi caballo;
libre, galopó hasta perder el horizonte.
Yo ya no era más la alegría,
hasta las mariposas y los gladiolos me dolían,
en mis ojos el espejo veía sus ojos.
Después apareci, sola, sucia, flotando en el río.


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