EXCRITURA DE LOS MANCHADOS
Algunas vez tuvo tres plazas y quedó una sola,
más allá el camino, ya tierra seca.
Ahí encomienda de los Padres Franciscanos,
pero también calchaquíes y diaguitas.
En las terrazas cultivaban zapallos, porotos, maíz,
y criaban a las llamas y las alpacas.
Y aun cae la sangre del Chacho en cada lluvia,
la misma derrota de los antiguos.
A veces da por el pensar en las penurias, los cerros,
las piedras tristes, las baguales y la Chaya.
Pero la arena irrita los ojos de los Tameños,
aunque demasiados se marcharon.
Esta puede ser la historia de todos nosotros,
una memoria herida sedienta del sol.
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