EXCRITURA DE DISCÉPOLO
Una porquería
tanto el fue como el que será, siempre lo mismo.
Tan insolente,
la fría fe sin el viejo calefón.
A un lado
y al otro, apenas la maldad.
En el merengue,
el horror del manoseo febril.
Y allá en el horno,
nadie, nada, ni siquiera la vidriera del cambalache.
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