lunes, 20 de febrero de 2017

EXCRITURA DE SANTA TERESA DE JESÚS

No sabía que estaba en todas las cosas;
pero no podía dejar de creer
en su clarísima presencia.
Hasta en las penas, su gracia.
El entendimiento, si se entiende, no se entiende.
Ya no vivía en mí, solo en Él.
Sin imaginación de nada, abierta,
apenas un suave abismo al perder el aliento;
mis sentidos, puro placer.
Y al fin llegó la voz:
entrégate, hija, entrega tu cuerpo.
Esa caricia del cielo en la llama del alma.

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