sábado, 9 de julio de 2016

UNA EXCRITURA DE ZAMA


A veces, ciertos largos regresos son involuntariamente la excritura de Zama, esa forma de la espera que inventó el maestro Di Benedetto. Cualquier intento de explicación es, por supuesto, imposible; para que alguien entienda: son esas sensaciones que ocurren en el afuera del rígido sistema de los signos.
Quizás sin la destreza literaria que se impone en esa novela, cuando el regreso tiene como meta un lugar vacío, un estar en un no estar, pura ausencia y paredes...Y le pasa a cualquiera, frío o calor, pocas cuadras para llegar otra a casa y se pregunta: ¿para qué?, y apura el paso. Bueno, justo al revés, es la espera que no siempre desespera de Diego de Zama. El absurdo existencial bien podría ser un antecedente prestigioso, demasiado, de las excrituras.
Pero al idiota -la apuesta más arriesgada del laboratorio de las excrituras- le da lo mismo (o lo otro, ¿no?),  entonces nada y todo es lo extraño, como si todos los días de la vida naciéramos después de un suicidio; así, regresar o esperar son apenas dos verbos, dos meras figuras de la lengua sin conjugar. Nada que ver con las babas del idiota.

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