EXCRITURA DE LEOPOLDO CASTILLA
Ninguna palabra alcanza a la tierra.
Ese enorme arco iris herido
y lejos.
El vacío sosteniendo un cóndor,
¿solo?
Junto al adiós de las ánimas,
otro derrumbe.
Apenas el fuego de las cenizas
sin huellas.
Y desde la niñez a la muda vejez,
penar.
La tierra siempre enlutada de tiempo.
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