sábado, 9 de julio de 2016

LA GRIETA DEL IDIOTA

Durante toda esta larga mañana
el idiota no se movió de ese lugar, ni siquiera
ante los estímulos suaves de su perro
que varias veces, al pasar, lengüeteó sus babas.

Perdido en su jardín o muy lejos
apenas respira sin apartar la mirada de una grieta,
¿acaso intentará atravesar así, con sus pocas fuerzas,
la irrealidad última del muro real?

Tampoco, menos aun, las excrituras
-aunque confían en alguna típica solución idiota-,
ya pueden asimilar el desafío de la situación;
por eso solo temen verlo desaparecer, y para siempre.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario