domingo, 24 de julio de 2016

LAS EXCRITURAS: LACAN Y KUSCH

Ya hace un largo tiempo que las excrituras se repitan como si fuera un rezo, casi sin darse cuenta, una observación enigmática -o no- de Lacan: "La ley de la enunciación nunca se reducirá al enunciado de ningún discurso"
A veces creen entender, acatar la ley, pero después desvarían o se entretienen a cierta distancia con las rutinarias aventuras del idiota. En realidad, lo saben, esa actitud esconde el gran miedo ante sus propias palabras.
De modo que se ven obligadas a recurrir a Kusch, su negación del discurso filosófico para asumir una sabiduría vital. De última, el sentido de la existencia no se encuentra en la lengua. Poco, casi nada, podemos hacer más que el mero estar siendo.
Pero las excrituras rara vez admiten este sacrificio; ellas prefieren el engaño piadoso -o cobarde- de burlar la ley y el abgrund, ese abismo en el fondo sin fondo del mundo. Así que apenas viven en la desconfianza permanente de la falsa materialidad de la escritura y, por las dudas, evitan contemplar al idiota.

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