viernes, 29 de julio de 2016

LICHTENBERG Y MELVILLE

Uno de los tantos geniales aforismos de Lichtenberg ilumina un aspectos, entre los más profundos, del escribiente de Melville: " El hombre era tan inteligente que casi no se le podía utilizar para nada en el mundo". Más conciso aun, y también más ambiguo, quizás Melville supo concentrar el efecto del aforismo en las inolvidable frase de su personaje: "Preferiría no hacerlo"
Cabe aclarar que -algo que está implícito en el aforismo- la historia de Bartleby revela que ese maravilloso don, paradójicamente, puede convertirse en un castigo, el peor. Según parece -¿alguien lo duda?-, no pensar y obedecer son las reglas sagradas de este mundo, si no...todo mal.
A las excrituras no las sorprende este vínculo ni sus consecuencias en la realidad, saben que si se conjuga la inteligencia y la palabra justa no pueden ocasionar, lamentablemente, buenos resultados. De modo que aquellos realmente distintos, o que apenas pueden ver un poquito más allá...confórmense con la lectura este aforismo y este relato, y punto.
Salvo que los atraigan las bondades del masoquismo o el posible linchamiento, aprovechen la sabiduría de Lichtenberg y Melville para tratar de vivir sin molestar a la bendita normalidad. En este mundo, que se supone respeta y festeja las diferencias, nada hay más peligroso que ser realmente diferente, aunque sea un poquito.

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