EL TERROR DEL IDIOTA
Las nubes tan oscuras
ya borraron la sombra del pino y su luz;
y el idiota tiembla:
ese frío es el gran terror.
Ni siquiera las babas
o la compañía suave y muda de su perro.
Podría golpear otra vez su cabezota...
inútil, nadie tiene escapatoria.
Las excrituras lo saben,
esa escena es la verdadera y última realidad.
Pero el idiota insiste,
inmóvil, no acepta la negación del sol.
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