A JIMI HENDRIX
Todavía recuerdo esa tardecita, tan lejana,
cuando el calor me impedía preparar un examen.
Y subí el volumen un poco más, bastante,
y abrí las ventanas y entonces te vi...
El movimiento enredado de los árboles,
eléctrico, venían solo de tu guitarra.
También el cielo distorsionaba, abierto
a la profundidad de su suave abismo.
Claro que era irreal esa realidad,
no podía distinguir entre el adentro y el afuera,
Todavía, ay, no se detiene el universo.
Pero tu música pronto y para siempre va a estallar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario