sábado, 23 de julio de 2016

A CHARLES PEIRCE

Ya se sabe que Carlitos estaba más loco que un plumero.
Para colmo, nunca podía dejar de pensar
y pensar, perdido y feliz, en sus fluctuantes categorías.
Entre las representaciones irreales del mundo
sospechaba la imposible realidad: propia y ajena.
Mucho antes que Heidegger, comprendió que el hombre
también formaba parte del misterio de los signos.
Y nada lo podía parar, y a veces paseaba
hasta demostrar -¿cómo?- la existencia de Dios.
Hoy todos lo estudian; pero estaba loco y un poquito más.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario