lunes, 25 de julio de 2016

UN PEQUEÑO DIOS

A cada instante, el niño bolita de al lado de casa
desafía y juega ante la tontera de la muerte.

Su madre atiende a la verdulería
y apenas tiene un respiro para limpiarle los mocos.

Ante el menor descuido, con su pelota
salta de la vereda a la calle... tan libre.

No es como los demás niños del barrio,
las madres nunca advierten su presencia silenciosa.

Yo lo observo como a un pequeño dios;
por suerte, no me presta atención y solo vive.

Casi no habla, él preserva su mundo
encantado de peligros, milagros y una manzana deliciosa.

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