UNA POÉTICA FÚNEBRE
Sin querer
cada día me muero un poco.
No puedo
ver las flores o las mariposas.
Ni siquiera
el color sin fondo del cielo.
Y rechazo
el dulce laberinto del amor.
Solo espero
una música muda en el alma.
Ahora,
ay, tampoco viven estos versos.
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