domingo, 27 de noviembre de 2016

LA CEBOLLA DE CHARLY GARCÍA

Por lo que me tocó aprender
de lo que nadie te enseña
sobre las pequeñas delicias de la vida,
suelo caer en reivindicaciones obvias
y me atrevo, por ejemplo, a decir
que a las canciones de amor
poco le importan la verdad de la ciencia,
ni saben que es imposible dividir un átomo;
cualquier efecto inventa la causa
y así nacen, ridículas, en lo más adentro,
como si fueran una revelación tonta,
circunstancias que al menos por ahora
nadie -o casi- se ha animado a discutir.
Y entonces en el amor vuelan barcos
o llora sola esa falsa cebolla en París.
Siempre es así de simple, con estribillo
y un piano en la penumbra de un sofá,
esa copa en el borde de los labios
ante la esperada señal que sí o que no
que todos ya vimos en las películas.
Digo, desde ahí viene la canción, sin pensar,
perfecta, como el mar o la cebolla,
Solo dura poco más de tres minutos
y la mejor siempre se te ocurre a vos.

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