UN PASEO
Ahora, a su alrededor, tan extraño,
solo el simple aire de la vida;
peor era el encierro y otra botella.
Y así andan sus pocos pasos,
sin dirección, entre las rutinas
y los movimientos de su irrealidad:
colectivos, autos, personas...
Nada puede pasar, apenas mira
y cada detalle se pierde, lo olvida.
Pero ¡ay! no puede soportar ese árbol:
altísimo, iluminado de puro sol.
Inmóvil, adentro algo le tiembla
y sus lágrimas ya buscan la sombra.
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