jueves, 24 de noviembre de 2016

EXCRITURA DEL SEÑOR K

En la calle, abajo, las bocinas de los autos.
De vez en cuando, un estruendo
en el patio o en la cocina.
Más adentro, sobre mi cabeza,
el rodar constante de una pelota.
Del otro lado, en la habitación,
una conversación desconocida y ajena,
tan real, como si yo flotara ahí,
entre las paredes y las voces.
Otra vez, algo grita en mi sangre
y solo puedo escribir: me persiguen los ruidos.

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