LA REBELIÓN DEL IDIOTA
A veces no puede más, fijate,
y el idiota golpea una y otra vez su cabezota
contra todas las paredes.
Ninguna queja, ruidos vacíos.
Cualquier intento es inútil;
ni siquiera los aullidos más triste de su perro.
No para hasta la sangre,
esa tinta espesa de las excrituras.
Al final simplemente cae,
durante un buen rato apenas respira o babea
y después vuelve a la normalidad.
Fijate, ya empieza a sonreír.
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