LA ESCENA DE LA EXCRITURAS
A nadie puede sorprender que las excrituras elijan al idiota como el sujeto de sus irreflexiones. Al menos, a ninguno de aquellos que recuerdan a Macbeth, desesperado y brutal, antes de su absoluta caída.
Es que las excrituras todavía creen en el cuentito de Shakespeare, y a pesar del ruido y la furia, saben que su moraleja es tan sencilla como absurda: las babas del idiota son la única realidad del sueño en el teatro de esta vida.
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