RECONOCIMIENTO
Todas las mesas del comedor estaban ocupadas.
Cada interno tenía su lugar,
hasta las sillas vacías.
también esperaban sus ocupantes.
Me senté en el piso,
en uno de los rincones
Luego vino una de las mozas
y resolvió mi situación.
Pero no hubo protestas,
solo era una de las tantas costumbres.
Me sorprendió la cortesía:
eran mudos y agradables
Sus preguntas eran respetuosas
pero ya no recuerdo de que hablamos.
Todos esperan el flan
y yo ya no era una desconocido
Flan, flan, repetían
El más antiguo, Don Agustín,
me regalo un poco de pan
y aunque no tenía apetito
lo saboreo con ganas
Empezó un murmullo
y unos festejos para el flan,
acompañé el entusiasmo, ya me sentía uno de ellos..
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