jueves, 5 de noviembre de 2020

 RABIAS


A cualquier hora, por cualquier motivo,

los gritos del tano Nicola,

y la sonrisa inocente de los internos.

En general, insulta su Consulado,

al intendente de Morón,

a toda su familia.

Son apenas unos minutos,

después se calla

y busca alejarse de todos.

Nadie sabe cuándo llegó al país

no aprende castellano

ni tampoco habla su lengua.

A veces, para completar el show

pide que lo aten

en un rincón sin luz.

Pero nadie, ni las enfermeras,

que no lo soportan,

oyen sus ruegos.

Yo no me animo a conversar con él,

quizás tanta rabía

también me haría gritar.

Pero hace poco lo descubrí arrodillado,

lloraba como un niño

y le rezaba ansioso a su Santa Madona.

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