PATRIOTA FUSILADO
Nunca se saca esa vieja camiseta de Argentina,
sucia, agujereada, apestosa.
No tiene edad en la mirada ausente,
a veces, parece un niño;
a veces, el anciano de la tribu.
Nadie conoce su verdadera historia,
tampoco su verdadero nombre.
Algunas mañanas trepa a una de las mesas
para cantar, a los gritos, el himno,
por eso lo llaman el Patriota.
Vive encerrado en el Pabellón,
dicen que su mascota es una rata,
que asesino a un psicólogo,
que violó a su hija,
que caga en los pasillos,
que quiso arrancarse varias veces los ojos.
Una vez traté de hablar con él,
me senté a su lado, sentí su respiración,
y vi que sus manos se transformaban en puños
y antes de irse me dijo que a él ya lo habían fusilado.
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