LA BENDICIÓN DE LOS PÁJAROS
Cada interno tiene a su propio pajarito,
algunos grises,
otros coloridos o tuertos,
y cantan para las frías sombras.
Ellos, atentos, los cuidan desde los árboles,
comen migan juntos,
a veces conversan,
y miran hacia el cielo.
Debe ser una manera de sentir la libertad,
entre las ramas,
arriba, casi invisibles,
y dan saltos, buscan la luz.
Y cuando tiene que hacer sus necesidades,
no se preocupan,
sin ningún aviso,
los cagan en la cabeza.
Así los internos reciben la bendición de la locura.
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