EL MUNDO REAL
A ninguno de los internos les importa la plusvalía
y menos aun, las leyes del mercado.
El imperialismo es celuloide,
un tropiezo gracioso y sin sentido.
A ellos le interesan los crímenes pasionales,
los milagros en islas fantásticas;
pero tampoco les provocan asombro:
todos prefieren los bizcochitos de grasa.
Y por supuesto, tienen razón,
las morales del afuera no deja tomar mate tranquilo.
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