jueves, 5 de noviembre de 2020

 SIESTA


Al terminar el almuerzo, después de las medicaciones,

todos al pabellón a dormir la siesta.

Los pasillos parecen fríos,

las paredes ciegas,

el andar de las enfermeras,

los médicos apurados;

apenas unas voces despiertas

que esperan el horario de los cigarrillos

y volver otra vez al patio.

Son varias las horas sin duración,

un minutero sádico.

A veces solo quiero gritar,

ese estruendo mundo de Cesar Vallejo,

pero estoy sentado en la sombra,

mis ojos trepan las rejas y suben hasta el consuelo del cielo.


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