jueves, 5 de noviembre de 2020

 EL TIEMPO DE LOS INTERNOS


No puedo recordar cuando empecé a dar vueltas con los otros.

Una, dos, tres...cientos.

El sendero alrededor del patio

solo era andar sin salida,

tan cerrado como un puño infinito;

después ya no me podía detener,

salvo que chocara, apresurado, con otro interno.

Creo que sí descubrí la verdadera forma del tiempo,

el real, el de los seres humanos:

sin posibilidad  de poder escapar, 

la trampa de un encierro invisible,

falsos instantes que burlan las respuestas

y desde entonces ya no me preocupa la hora, el día, el año, la eternidad.



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