CALOR DE DIOS
Cuando a las seis nos largan al patio
todavía no asoma el sol.
Las zapatillas muertas de frío
y las manos como cubitos.
El loro Pedro grita, insulta,
pero en verdad se ríe...
Él nunca está enojado.
Solo que así entra en calor
y eso no da resultado,
putea al Padre Celestial
mientras besa exaltado a su crucifico.
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