lunes, 9 de noviembre de 2020

 CONSULTORIO


Me preguntó si deseaba irme del pabellón

y no pude responder.


Si ya me sentía un poco más aliviado,

tampoco contesté.


Después hablamos de algunas tonterías,

supuestamente meras palabras.


Creo que al fin apareció el desamparo,

un silencio compartido.


Sin aviso se levantó decidida de su sillón,

camino hacía la ventana.


Me señaló a un perro solitario en la vereda:

si creía en él, debía partir.

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