MISERIA DE LO SAGRADO
Demasiado lejos de las leyes humanas, los internos son apenas reales; y aunque quiere comprender, tocar sus sombras, no logro escapar de mis propios engaños. Ellos carecen de templos, sus plegarias deliran hasta trastornar el silencio, ni recuerdan a las liturgias. Ni siquiera, lo sospecho, les importa su patio, con su sol, su luna; solo son la escasa miseria del mero estar. Tampoco hacen caso a sus dudas, menos aun a las redenciones que se cuelgan de los cuellos cobardes: los internos son los dueños de un pabellón sagrado.
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