jueves, 5 de noviembre de 2020

 PAÑALES NOCTURNOS


Todas las madrugadas se repite siempre la misma escena:

a las cuatro, cuatro y cinco,

las enfermeras me despiertan

para atender a mi compañero de cuarto.

Hay que desatarlo de la cama,

darle una pastilla y cambiar sus pañales;

no es una tarea sencilla,

se requieren tres o cuatro enfermeras.

Luego, tratar de lavarlo

y volver a atarlo con las correas;

después apagan la luz.

Nunca quise hablar con él,

tampoco sé su nombre.

Además de anciano, puro huesos,

su rostro parece descartar cualquier esperanza.

En verdad, intento evitarlo,

no deseo compartir la noche con la muerte.

Cada madrugada oigo sus quejas

pero se duerme rápido y yo tiemblo en la oscuridad.

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