jueves, 5 de noviembre de 2020

 CABEZA AMABLE


Aunque nos vimos muchas veces dando vueltas, nunca nos habíamos hablado y de golpe me dijo su nombre: Beto. Le interesaba la novela que estaba leyendo, sentado a la sombra; él, me dijo y señaló el libro, no podía concentrarse en la lectura. Me sorprendió su voz, demasiado su suave, como si no le perteneciera a ese rostro filoso, con una de pelo desprolijo. Lo invité a sentarse, dudó pero finalmente acepto, nervioso. Después de un largo silencio se animo a hablar. Me contó que algo le habían hecho en la cabeza cuando era un niño. Detrás de su oreja izquierda aun quedaban marcas de la operación. Varias, dijo Me aturden, dijo. Había pasado por muchos institutos, ahora quería quedarse en éste. De golpe se levantó y se fue. Ahora, cada vez que nos cruzamos, me saluda con un movimiento marcado por su pasado. Sin dudas, es la cabeza más amable de todos los internos.

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