sábado, 1 de octubre de 2016

EXCRITURA BAJO EL VOLCÁN

No hay remedio, solo en la penumbra de algún barcito,
perdido y casi infeliz,
es posible intentar una excritura de Malcom Lowry.

De todas maneras, es verdad que cualquier hospital,
cuando cayó el sol,
también puede ser el fondo brutal de Cuernavaca.

El volcán son esos gemidos rotos de cada noche,
la vieja sed que arde;
y cada desesperación apenas otro trago del Cónsul.

Tan solo son reales los temblores de las alucinaciones,
por eso su música preferida,
ahora, es el sonido sordo de las camillas en el pasillo.

Igual no hay que lamentarse, así fue y es esta vida:
al final se pierde, siempre;
pero la enfermera, ay,  se olvida de escuchar sus latidos.


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