EXCRITURA DE KARL KRAUS
En mi ciudad, en todas las esquinas, querido Karl,
cualquier charla
suma un nuevo capítulo a tu desdichada obra.
Cada lugar común aplata, a cada instante, la vida;
da miedito,
y son demasiado los que festejan la estupidez.
Los pescados encerrados en la trampa de las redes:
gritos mudos,
o frases rotas para ocultar la mueca más tonta.
Parece que sí, hace rato se fueron los últimos días;
ni siquiera,
aunque no faltan, escuchamos a las víctimas.
Tampoco yo, lo reconozco, me animo a dar ese paso
y callar, para siempre.
Hasta el silencio, querido Karl, es puro ruido.
A veces en un sueño vuelvo a encender tu antorcha,
pero también es inútil:
ya no quedan ni las cenizas de alguna palabrita.
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