EPIFANÍA DE LAS EXCRITURAS
Al fondo de la casa, tan tímidas,
otra vez llegaron varias torcacitas.
Pipo las vio y no les ladró,
Niní tampoco... Y era la alegría.
Una se detuvo en el laurel
y me miraba. Ay, mi vida.
Así pasamos, eternos, unos minutos.
Después abrió sus alas,
tan profundo es el adentro del cielo.
Volví adentro con mis perros,
pleno, quería escribir estas palabras.
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