AUSENCIA DE LA MELANCOLÍA
Un cansancio demasiado Girondo,
ninguna sed
ni luz
y el mundo mudo y más adentro.
Los latidos sordos en las paredes,
el tiempo en las fotos,
esas huellas,
los huecos borrosas de alguien.
La ventana quiere transparencia;
pero el limonero,
lejano,
también se olvida de la realidad.
Tampoco el humo del cigarrillo,
sus vueltas
rotas...
nada se parece un poco a la vida.
Solo los restos ajeno del cuerpo
ya sin sombra;
los versos,
antes de bajar la última persiana.
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