domingo, 7 de mayo de 2017

X

Vivos, este hombre y sus almas,
en la forma vaga de la tiniebla,
apenas recuerdos de un otro.
Pero es Buenos Aires, siempre,
y esta penumbra ciega no duele,
solo es un engaño de la Sombra.
Tanto andar, lejano y perdido,
sin haber encontrado mi centro;
y aun no ha muerto el animal,
sus pasos recorren esta sangre.
Quizás la vejez sea la dicha,
al menos pronto ya no seré yo.
Todo esto debería atemorizarme
pero la amenaza es suave y fatal.
Entre mis cosas, aquí, lo espero,
con las letras sagradas de mis libros.

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