miércoles, 31 de mayo de 2017

19

Acá, y siempre perdida en mi memoria,
la caricia de la lámpara, llama viva;
apenas unas pocas sílabas
juntan la eternidad de los deseos.
¿Para qué encender la luz
si el llamado viene de la casa?
Ese aroma que mira al crepúsculo
ya imaginado en su ventana,
sin el reflejo de esta nieve, un rezo,
el poema comenzado en otro hemisferio.

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