viernes, 26 de mayo de 2017

21

El dolor y el amor vacían a los astros
que nunca se van, no tienen deudas.
Sin permiso recorren adentros
o escapan si se distrae la mirada.
Todo el cielo, mudo, es cómplice:
siempre se calla sus secretos.
En la trastienda de las lenguas
nadie se anima a fijar las leyes,
a muchos les preocupan los ruidos,
otros, fabrican cera y mástiles.
Pero a ninguna la importa la verdad
cuando despiertan de algún sueño
y la madrugada avanza con el sol
y acaricia a los muertos y los vivos.
Así transcurren los tantos tiempos
hasta la mutación de los amantes en luz.

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