viernes, 26 de mayo de 2017

18

Entre una piedra y el fulgor
o la lluvia y un barco,
la poesía se puso a trabajar
y no cierra la ventana.
Sin respeto por los domingos,
contra las viejas sombras,
el odio de las bestias,
como pobre de este mundo.
Una distancia que es milagro,
alrededor de golondrinas,
con ojos de arboleda
y su pensar en cada mano.
Por resplandor de ausencias
bajo un cielo del sur,
más abajo que la tierra,
en las formas de los huesos.
Entre el fulgor y la lluvia
o un barco y una piedra,
solita con su ternura,
y justo en el medio de vos,
de mí, para recobrar los latidos.

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