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Ya vuelve la belleza de tu cuello
podrido y algas en la boca;
o todavía los dibujos en la celda
con sus desesperos, su sombra.
Ese penar de los pañales
donde mío solo es el dolor,
entre música de perros,
apenas temblores, y vidita rota.
Memoria frágil que pregunta
al tigre muerto de los juguetes.
Mi dedo aun moja su sangre, tu ser.
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