viernes, 26 de mayo de 2017

20

No sé si soy el fantasma que me visita
o lo visito yo, cuando puedo ser niño.
Esas trampas de lo que no escribo
para volver a la primera casa, a irme
y equivocarme con amores y dolores.
Apenas interrupciones de otro aire
que agita las nubes de aquel cielo,
como fulgores de hojas en la plaza
que crepitan si máma me llama, grita
y mi nombre es distinto, casi poesía.
Pero el sol todavía debe ser el mismo,
el que brilla sobre los árboles, la patria.
Un caballito que golpea en mis versos,
el de la calesita, y me obliga a dar vueltas.

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