sábado, 27 de mayo de 2017

28

Claro que nadie puede saber el decir del no decir.
Igual sucede con el mirar;
cualquier mirada se va, inventa sueños.
O el típico velorio del solo.
En realidad, quiero decir: cenizas y luz.
El pañuelito todo roto
en ese cofre del más secreto.
Para el adentro siempre llora la risa,
las humillaciones y la ventana:
esas piedras convertidas en la flor.
Y el silencio no se aguanta los aullidos,
tantos animales del amor.
Aunque eso tampoco importa,
hasta el cielo suele ser de mentira.
Pero los practicantes del afuera del espejo
ya descubrirán a los otros en su cuerpo: la poesía.

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