miércoles, 24 de mayo de 2017

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Claro que aquí también nacieron dulces hijos,
cada vez que canta versos la ciudad.
Sonidos que apenas se mueven
para brindar la tanta fatiga.
Así el tiempo ido se tropieza
en el estar y vuelve a serme.
Esas calladas distancias del sí
entre la gracia y su vacío, lo inmenso.
Siempre pedazos de la porfía,
picos que picotean las ventanas.
Y claro que también la poca sopa triste,
porque, seguro, que habrá más penas y olvido.

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