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Ahora pueda verla, espejarse de ella,
el agua en la sombra del hombre.
Un chorro que vierte viviendo,
seguir vivo, seguir estando vivo.
Un anochecer ajeno a la ciudad,
y el suave acaecer de una música.
Eas palabras de un cañadon,
en el misterio entrecerrado de ramas.
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