jueves, 25 de mayo de 2017

11

Siempre el triste corazón de la piedra,
esa voz que no deja dormir.
Hemos aprendido a tenernos, perdernos,
pero aun no salimos al espacio,
por los alrededores de la impaciencia,
las vacilaciones o temblores ciegos.
Y hace frío en esta zona del país,
donde solo quedan las siluetas mudas
que cuelgan de los viejos dioses,
demasiadas llantos rabiosos,
sangres negras peor que pesadillas,
y nosotros todavía en la piedra del poema.

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