MUNDO DE MIERDA
Ya carece de valor cualquier advertencia
objetiva y veraz, o al menos al idiota no le importa.
Él juega con los soretes de su perro:
inventa castillos, torres que caen, un puente.
Arrodillado en el césped del jardín
la materia de la fantasía es invencible,
a pesar del olor insoportable en las manos
y la desconfianza sorprendida de su propio perro.
Cada cual, a su modo y como puede
tiene la mínima obligación de crear su mundo.
Por suerte el idiota ya terminó,
ahora pisa su obra satisfecho mientras se limpia la baba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario