EL MURO DEL IDIOTA
Ya descubrió asombrado los primeros síntomas de la madreselva en los altos bordes del muro.
Lejos de sus torpes manos, las babas del idiota se multiplican extasiadas y casi ahogan su respiración.
Aunque lo mire una y otra vez, su perro no advierte esa insinuación de la única magia.
Por supuesto que el idiota tampoco entiende, pero sabe que su corazón le decía la verdad: el muro no puede ser nada más que el muro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario